«Para entender por qué el mundo de la moda está en un punto menos sólido que hace años hay que partir de la idea de que al fast fashion, con el que llevamos décadas conviviendo, le ha salido un duro competidor: la sostenibilidad. La sociedad está ahora especialmente preocupada por la conciencia social, y aunque aún son pocos los que rechazan modelos de empresa que no trasladan un concepto sostenible, la tendencia pasará por ahí, y habrá que adaptarse sí o sí», asegura Ignacio Cortina, coordinador de la Escuela Superior de Diseño y Moda Goymar (A Coruña). Y pone asimismo sobre la mesa, cómo no, al gigante Internet para explicar que es un «adaptarse o morir» lo que les espera a las compañías. Una situación a la que muchas se resisten. «La clave es la convivencia offline y online, porque ofrece una ventaja competitiva, si saben hacerlo bien, frente a los pure players (Asos o Zalando serían dos ejemplos)». Efectivamente, la red se ha convertido en un caladero potente de consumidores. De hecho, según el último estudio de moda realizado por Cetelem, el 8 % de los españoles compran a través de Internet. Pero el porcentaje se eleva al 25 % si hablamos de aquellos que ya utilizan de manera indistinta los dos canales de compra: física y digital.